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Creando una religión

Estoy dispuesto a crear una religión, quizás ya existente, puesto que se ponen en práctica unas 4.300 religiones actualmente y conociendo 5, ya me siento un sabio en el tema. Será una religión cosechada sobre la razón, no vendrá de una iluminación, ni de una virgen, ni de un santo, ni del miedo. Las religiones se constituyen convencionalmente por dos componentes, una causa y una consecuencia. Principalmente la causa sería la creencia de un poder o deidad y la consecuencia la cultura que aflora entorno a estos. Los intereses de ciertas personas dan lugar a una moral, unas costumbres, en definitiva, a un medio de control social adornado con elementos pertenecientes a la naturaleza del elemento objeto de creencia.

La creencia de estos elementos superiores nace de la incapacidad humana de no tener una explicación sobre determinados asuntos, si nos preguntamos: ¿de dónde salen las cosas, por qué existen, por qué son así? Dios. 4.300 creencias para saciar esta necesidad de explicación existencial humana de diferentes maneras, en diferentes contextos, en diferentes lugares y tiempos. Y aunque actualmente podamos contestar a muchas preguntas semejantes con nuestros avances en ciencias y los diferentes métodos filosóficos, todo siempre quedará reducido a la pregunta del porqué puesto que la ciencia contesta al cómo de las cosas, pero no al porqué, la fe contesta a este último. La pregunta del niño curioso que empieza a comprender el mundo, de esa pregunta que, si la analizamos, encontramos absurda y a la vez innegable, puesto que es muy acertado pensar que por qué las cosas han de tener un porqué, y no cal ser un genio para visualizar que en esa misma pregunta donde niego el porqué de las cosas, utilizo un porqué, de ahí que diga que es innegable, cuya aparición suele convertirse en inevitable. Aunque es un tema muy interesante y más irresistible que un helado en pleno agosto, es una discusión que no me concierne si quiero acabar este texto antes de la madrugada. Yo crearé mi religión partiendo de este objetivo de dar sentido y respuesta a esas preguntas trascendentes, superiores, las que nos preguntamos en nuestros momentos solitarios y necesarios, esas que nos provocan dolor de cabeza y a la vez ese placer intelectual, trascendente, sabiduría a modo de droga.

La cultura y el código moral que suele arraigar de la creencia es un mero instrumento de control, de orden, de sumisión. El humano tiende a crear sociedades con un fin egoísta puesto que, dotados de esta naturaleza, sin la cooperación no sobreviviríamos y a la vez; igual que una vaca busca un ambiente estable, siempre provisto de hierba, de agua; buscamos el orden, la estabilidad de estas sociedades que creamos puesto que, los cambios, siempre arrastran con ellos a los que no consiguen adaptarse y a veces el porcentaje de estos es demasiado grande. Los cambios asustan, mejor estabilizar la sociedad mediante un control moral.

Aprovechando mi mención a la adaptabilidad, al cambio, a ese porcentaje aterrador, empezaré a enfocar ya mi religión. Bienvenidos sean al randismo, término inventado proveniente de la palabra latina “random”, aleatorio. Para comenzar de una forma suave y convencional, os adelantare que tiene cierta influencia del patismo, de esas religiones que ven la naturaleza como el dios, como el poder objeto de creencia.

Me centraré de nuevo en el dilema del “porqué” intentando controlar mi vena metafísica, si uno retrocede verá que el mundo como lo conocemos ahora es fruto de un conjunto de procesos aleatorios: la unión de dos elementos en un momento exacto, el aporte de energía que lleva algo inerte a la vida, la mutación genética que lleva a la supervivencia… Enfatizo en el último ejemplo para preguntarme por el porqué de la evolución, el proceso que a mi parecer define por excelencia esa esencia de aleatoriedad que busco. Muchos teóricos han justificado la existencia de Dios argumentando que cómo puede una especie adaptarse al entorno, que fuerza le empuja a cambiar, pues Dios. No obstante, este planteamiento carece de pruebas, además la adaptabilidad se sustenta sobre todo en las mutaciones, pero estas pueden ser buenas o malas, acaso Dios elige que debe y que no debe sobrevivir ¿Con que criterio? ¿Con que código? demasiadas incógnitas que se formulan como para establecer tal afirmación como dogma. Prosigamos, respecto a la adaptabilidad debemos saber que uno no es causa y el otro consecuencia, son simplemente dos elementos aislados, los seres por una banda y el entorno por la otra, que se complementan casualmente, como una alineación de planetas, por mutaciones aleatorias en dichos seres. Este enfoque también es erróneo en cierta manera puesto que conocemos la epigenética, esa ciencia que demuestra el rasgo lamarquista de la evolución, ya que, en cierta manera, el entorno sí que puede llegar a influir en la genética de los descendientes, aunque sea en casos muy concretos y minoritarios, siendo así uno causa y el otro consecuencia. A pesar de esta traba, creo haber ilustrado que los seres no cambian por el entorno, ni el entorno cambia por los seres, es simplemente que a veces cambios en uno o en otro hacen que los individuos se acomoden mejor o peor al entorno o que cambios en los dos a la vez, resultan complementarios por pura aleatoriedad dando lugar a la supervivencia de esas mutaciones beneficiosas efecto de la selección natural.

Prosigo, yo enfocaría la idea de Dios más en esos cambios, en el porqué de esos cambios. Es obvio que podemos justificarlos de una forma científica, diciendo que esa mutación se ha producido porque se ha traducido mal un aminoácido; pero porqué se ha traducido mal justo en ese instante, porque un cambio químico se efectuó; pero porqué bla bla bla… Esto nos llevaría a la batería de preguntas del niño ansioso que busca el porqué del porqué del porqué del porqué. Con esto solo intento mostrar que en última instancia siempre quedará un porqué que no podremos contestar sin apelar a la fe lo que hace que acabemos recurriendo a la aleatoriedad, todo lo que conocemos se ha ido formando por aleatoriedad y no hablo solamente del mundo en sí, de la anatomía humana, del planeta Tierra… Hablo también de ti, de porque eres así, de porque tienes los ojos marrón cacao, en sí son hechos que se pueden explicar de forma científica pero como hemos visto anteriormente siempre quedará ese pesado porqué que nos llevará a concluir que son hechos provenientes de una infinidad de casualidades anteriores y aleatorias en última instancia, en ese porqué.

Esta palabra ha sido representada como “destino” en nuestra historia. Cuando hablamos de destino pensamos en un elemento retrogrado, religioso, no nos convence, es más, se nos hace descabellado pensar que el destino puede existir. No obstante, hasta la fecha pensamos que el tiempo es lineal, es decir que una vez que ha pasado ya no podemos regresar a él. Si miramos el tiempo de una forma externa, en tercera persona, veremos que lo que ha pasado ya no se puede cambiar, es así, intocable, inmutable, irremediable, adjetivos atribuibles a la palabra destino. Por tanto, a mi parecer, el destino sí que existe. Podemos decir que yo tengo la voluntad de hacer lo que quiera, que seré un importante ingeniero y ganaré mucho dinero y que lo elijo yo, no el destino. Pero una vez que pase el tiempo y llegue a ser ese importante ingeniero, mirare atrás i veré unos hechos inmutables, intocables, veré un destino, esa línea de tiempo que no se puede cambiar, y mi concepción de destino es únicamente esta, unos hechos en el tiempo inmutables y no la adornare diciendo que el destino también es una fuerza que nos empuja a hacer lo que debemos hacer, por ejemplo. Concluiré diciendo que, visto de esta manera, el pasado se vuelve “destino” y aunque el futuro parezca ser libre, una vez que pase a ser pasado se volverá “destino”. He aquí que solo nos quede el presente como legítima sensación de libertad, fuera del destino, y evidentemente podéis abuchearme diciendo que este presente al igual que el futuro pasará a pasado, pero cuando hablo de futuro solo puedo hablar de hipotéticos hechos, si hablo de pasado solo puedo hablar de hechos certeros, pero al hablar de presente no hablo de hechos, hablo de la sensación de existir al momento, de sentir que pienso ahora, de notar que estoy leyendo este aburrido texto sobre religión en este instante, una sensación que como tal no pasará a ser pasado, simplemente desaparecerá y lo que quedara en el recuerdo, en el tiempo, en el destino, serán los hechos producidos en el atisbo de existencia continua que ofrece el presente.

Así que esta sería mi religión, la creencia en un poder o Dios llamado Aleatoriedad que se expresa como destino en un tiempo lineal. Ahora podría decir que Aleatoriedad dejó preñada a una humana y ésta tuvo un hijo que se llama Manolito, que debéis rezar por Aleatoriedad dos veces al día y que mañana es la pascua del destino, pero prefiero decir que para mí las cosas no necesitan de un porqué, y sin ese porqué ya no es necesario contestar a esas preguntas trascendentales de las cuales hablábamos antes y por tanto no necesitamos de creencias que las contesten. No obstante, esto no va así, ya ha quedado palpada la necesidad humana de contestar y formular tales preguntas, incluyéndome, pero debemos ser conscientes de que la veracidad de las respuestas es muy relativa y casi nunca demostrable como apuntaba Kant. Por tanto, nunca debemos crear un dogma a partir de tales conclusiones hipotéticas pues formular e intentar contestarlas es un acto intelectual inevitable e importante que lleva a una pluralidad y una evolución ideológica palpable en la humanidad, pero de ahí a dictaminar la universalidad de una respuesta de este género nos lleva a un estancamiento y una ofuscación ideológica individual que expresada a gran escala tal dogmatización lleva al adoctrinamiento y el control moral de las personas, como el caso del cristianismo. Y incluso haciendo este análisis, debemos nombrar nuestros genes espirituales, genes que hacen que busquemos seres trascendentales, superiores, factor que hace que sea muy difícil la desaparición de las religiones mediante la razón. Lo que debemos hacer es tomar conciencia de la relatividad de tales religiones y no utilizar argumentos que se sustenten en estas, apartar los retrógrados argumentos de la iglesia para justificar actos de nuestro día a día como la prohibición del aborto. Y recordad marcar la cruz por la iglesia randista en vuestra declaración de renta, no os cuesta nada.

¡Que la Aleatoriedad os acompañe!


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