“Nuestros genes han sobrevivido, en algunos casos durante millones de años, en un mundo altamente competitivo. Una cualidad predominante que podemos esperar que se encuentre en un gen próspero será el egoísmo despiadado.”
“Todas las ideologías responden a los intereses de una clase. Y vamos a dejar claro que esa idea de que el ser humano es egoísta por naturaleza pertenece a la ideología capitalista y a la forma de vivir en la sociedad capitalista.”
Nos encontramos ante dos interesantes fragmentos, no tanto por lo que dicen, sino porque nos enseña como este viejo y terco debate se desenvuelve en ámbitos bastante distintos. Defendido por la parte egoísta con los genes, defendido por la parte altruista con la sociedad, con la influencia de esta sobre las personas. Aunque la idea comunista i sobretodo anarquista ha acogido y desenvuelto la idea de que el humano nace con una tendencia altruista, pero en última instancia es la sociedad la que moldea la naturaleza de este y le otorga el carácter egoísta o altruista, idea homologa en cierto modo al gran pilar del anarquismo: el poder corrompe, el poder corrompe esa naturaleza altruista humana, esa tendencia a la cooperación. Por otra parte, tenemos el famoso gen egoísta, donde Richard Dawkins nos expone la idea de que la probabilidad de que un gen prospere, depende de su capacidad de adecuación al medio y esto es definido como egoísmo, una acertada metáfora. De esta idea se desprende que nuestra última finalidad es conseguir que nuestros genes perduren dejando descendencia puesto que, además, debido a la larga historia evolutiva, los genes que existen actualmente tienen esa característica “egoísta” ya que son ellos los que han perdurado y no otros. Y sintiéndolo mucho no me puedo resistir a ilustraros esta teoría mediante la pregunta: ¿que fue antes el huevo o la gallina? Según la teoría la gallina no es más que el medio en que los huevos se reproducen. Tristemente, somos simples recipientes que transportamos genes que nos hacen de tal manera que buscamos la perduración de estos genes, genes esclavistas. Estos no son las dos únicas ramas que defienden una u otra posición, también encontramos otras teorías como fragmentos del darwinismo social de Spencer o la utopía de Roseau a la cual apelaremos más adelante.
Intentaré crear mi propia idea sobre la naturaleza humana sin, aunque será inevitable, recurrir a otras teorías y autores evitando sobre todo la falacia de autoridad. Todos los seres vivos tienden a la vida y esta es una afirmación innegable, desde un gran elefante hasta una insignificante bacteria, incluso esos seres que se encuentran en la suave pero obvia línea entre lo que es considerado vida y lo inerte, los virus. Y no solo eso, también tienen la necesidad instintiva de dejar prole, descendencia, continuidad e incluso me atrevería a decir que este objetivo de reproducción es a veces más importante que el instinto de vida misma, pudiendo ver casos donde la madre araña, sabiéndolo, tiene crías las cuales se la comerán, entre otros. Con esto intento decir de una forma más bonita, indolora, con un eufemismo, que en sí todo ser es egoísta, puesto que priorizará en la inmensa mayoría de casos estos dos instintos. Adentrándonos en el humano estoy muy a favor de la idea de Roseau que contempla al hombre como un ser que no es de naturaleza social, pero que por necesidad decide formar una sociedad mediante un pacto social, ya que mediante este pacto tiene muchas más posibilidades de sobrevivir y dejar descendencia dotados de nuestra frágil naturaleza corpórea. Pero al crear estas sociedades el humano tiende a la cooperación, al menos en las primeras comunidades, en las auténticas y primitivas agrupaciones que nacen para saciar esos dos instintos pues es con esta cooperación como mejor puede uno, individualmente, saciar tales instintos. Con la formación de las culturas e ideologías la saciedad de tales instintos ya no es el único objetivo del humano, este ya no solo se ve impulsado por los instintos lo que lleva a formular métodos de actuación diferentes. En resumen, cuando el humano, entre otros mamíferos, coopera, es con un fin egoísta”.
Prosigo, ahora me encuentro en el clímax de la cuestión, a donde quería llegar: ¿si un ser es egoísta, pero se comporta de forma altruista y hasta piensa que es altruista, es de naturaleza egoísta? ¿Altruista? En mi humilde opinión aquí se encuentra el “que” de la cuestión, puesto que, repitiéndome mucho, los instintos básicos tienen un carácter egoísta, definiendo egoísmo, como beneficio o saciedad de necesidad para uno mismo, por lo tanto, si consideramos la “naturaleza humana” como estos instintos primarios, el humano es egoísta. No obstante, esto es visto desde una visión más metafísica, una visión abstracta y no práctica, puesto que, por muy egoísta que uno sea, si se comporta de forma altruista, el efecto práctico de sus actos a los ojos de los otros es de cooperación. Sintiéndolo mucho, puesto que adoro los buenos chutes de metafísica, creo que esta visión carece de efecto práctico. Con esto no pretendo desprestigiar esta visión, pero el conocimiento de la naturaleza humano es un tópico que utilizamos mayoritariamente para explicar actos como la guerra, el sistema liberal, los asesinatos, etc. Actos apartados de la metafísica que, al intentarlos explicar con esta, pierden sentido y se vuelven demasiado abstractos.
Sabemos también que el humano tiene áreas del cerebro que le provocan una tendencia hacia actos altruistas y que, como apuntaba antes, la saciedad instintiva de supervivencia y reproducción los rige como a cualquier organismo vivo del cual tengamos conocimiento. Es con la llegada de las culturas y del lenguaje, con la posterior creación de sociedades que ya no solo se rigen por los medios de producción, sino que están influenciadas por la superestructura, las ideologías e culturas, cuando, dependiendo de tal influencia, el humano se rige por una tendencia hacia una banda u otra. Esta influencia también condiciona la manera de funcionar de la sociedad, si en esta solo se sobrevive compitiendo y ganando, el humano se verá obligado a seguir tales actos para su propia supervivencia, si por contra la sociedad es regida por un equilibrio equitativo entre los integrantes y una perturbación de tal equilibrio rompiera la sociedad, un individuo que lo intentara mediante la competitividad y la explotación, por ejemplo, se vería navegando en contra de la corriente del rio de los intereses del colectivo y seguramente este, el colectivo, acabaría por neutralizarlo como un rio neutraliza los barcos que lo escalan. Por tanto, la persona se ve obligada, por su propia supervivencia, a no romper tal equilibrio pues de esta manera atentaría contra su propia voluntad instintiva. En definitiva, con estos ejemplos pretendo ilustrar la idea de que la sociedad en sí se convierte en un ecosistema artificial con su correspondiente selección natural y que a su vez la influencia de la superestructura tanto en el individuo como en la propia sociedad lleva al humano a una determinada actitud. Esta cita es una síntesis de lo que he intentado expresar bastante acorde: “Las personas no son buenas o malas, egoístas o sociales, por el hecho de ser humanos. Más bien son de una manera u otra según la sociedad en la que viven. Depende de si es una sociedad que les hace competir o una sociedad que les permite cooperar.”
Desgraciadamente me faltan muchos aspectos por analizar para respaldar con sólidos argumentos lo que acabo de expresar. Sobre todo, debería analizar la formación de la superestructura y las sociedades y el grado de influencia de estas sobre el individuo, lo que me lleva a no poder expresarme más a ya de una simple generalización sobre el tema. Sin embargo, intentaré analizar superficialmente tales influencias: Partiendo de que ya considero al humano como un ser egoísta en el sentido instintivo de la palabra que intenta adaptarse al medio, a la sociedad, como cualquier otro ser. He apelado a las influencias de la superestructura y a la presión de la sociedad para explicar el comportamiento a nivel práctico del humano, lo que nos desencadena un relativismo mucho más complejo y plural que cuando intentamos explicar el comportamiento práctico del humano mediante el análisis de su naturaleza. No obstante, debemos analizar si tales influencias son más artificiales o si por el contrario se han sustentado y formado alrededor de la naturaleza egoísta del humano, lo que nos llevaría a considerar dichas influencias como un aspecto evolutivo que se desprende de nuestra naturaleza y que por tanto no es tan artificial, sino que es más innato e inevitable. Mi análisis sobre el tema me hace deducir que en un principio esta superestructura sí se sustentó y se formó a partir de los actos instintivos de los humanos y su relación con la naturaleza y los medios de producción sobre esta, pero que, una vez creada la superestructura, esta cobra vida e evoluciona ya no solo influenciada por los aspectos anteriormente nombrados, sino que los propios choques ideológicos dentro de la superestructura llevan a la formulación de nuevas ideologías. Es decir, la superestructura también evoluciona influenciada por ella misma. Ideologías e morales contrarias a esta naturaleza instintiva del humano son un claro ejemplo de esta evolución más artificial de la superestructura, ejemplos son la cultura “emo” extrema que hace tender al humano al suicidio o la negación a gestar prole en muchos sacerdotes de muchas religiones, el voto de castidad. En conclusión, la superestructura actual ya no está sustentada solamente en la naturaleza del humano y su relación con la naturaleza y los medios de producción, por tanto, la influencia que ejercerá será muy plural e relativa, más artificial, llegando incluso a propiciar actos e ideologías contrarias a la naturaleza egoísta (instintiva) del humano.
Y desde mi opinión, es con este argumento con el que debemos explicar esos actos a los cuales hacía referencia antes (guerra, liberalismo, etc.), y sobretodo el comportamiento humano, ya que este se forma principalmente mediante la educación la cual depende evidentemente del tipo de sociedad en la que el individuo se encuentre. Criticando, por abstractos, a esos escritos que intentan explicar el porqué de las guerras diciendo que se producen porque el humano es un ser de naturaleza egoísta.
También debemos aclarar que el comportamiento humano no es tan simple como egoísta o altruista, la psicología humana es muy compleja y tenemos infinidad de mecanismos cerebrales que nos hacen tener comportamientos y pensamientos muy variados e incluso extraños, por esto mismo pienso que el análisis de la naturaleza humana se debe sustentar en los estudios de la psicología moderna.
Antes de acabar me gustaría desarrollar una pregunta: ¿Si el humano tiende al altruismo en un inicio, como es que la evolución de las sociedades ha llevado a estas al más puro egoísmo? Un muy buen reproche a una parte de la visión que acabo de desarrollar, pero lo dejo para mi íntima y propia meditación, ¡porqué soy egoísta! Ejem! To be continued…