Si habéis venido buscando un análisis de la actitud empática, de su origen, de su legitimidad, de su actual expresión social, etc. Cambiad el chip (no os digo que salgáis del texto que sino me quedo sin lectores), hoy os vengo a proponer, a mi parecer, como debería ser el ejercicio empático hacia los demás:
Enfocamos el ejercicio empático con el acto de intentar ponernos en la piel del otro, vulgarmente hablando. No obstante, tal ejercicio nos resulta muy difícil puesto que nosotros tenemos una única noción de la vida, la noción de nosotros mismos hacia la vida, no la de los demás. Nos relacionamos con la gente y los conocemos por esa relación, pero no podemos ir más allá de tal relación, es el límite, no tenemos su noción (de ellos mismos) hacia la vida. Somos elementos aislados que no podemos salir de nosotros mismos, estamos solos, simplemente que creamos relaciones con otros elementos aislados y creemos entenderlos, creemos no estar solos, tener otras nociones, abstraernos de nosotros mismos, simples ilusiones.
Así pues, solo vengo a decir que el ejercicio empático, a mi parecer, debería enfocarse no como la acción de intentar interpretar la conciencia del otro, es decir de intentar salir de nuestra conciencia para introducirnos en la del otro. Deberíamos enfocarlo de un modo más egoísta; como elementos aislados que somos, es lo que nos pase a nosotros lo que verdaderamente podemos comprender, lo que verdaderamente sentimos y lo que verdaderamente nos importa. De esta manera, creo que deberíamos empatizar haciendo el ejercicio de coger el problema, la situación, del otro y enfocándola como si nos pasara a nosotros: A mi amigo se le ha muerto el perro así que ¿Cómo me sentiría yo si se me muriera el perro? Muy triste, y de aquí suponer que ese sentimiento que sentimos se debe parecer al que siente el otro. Evidentemente que hay muchos factores y que cada persona enfoca y siente los problemas de diferentes maneras, quizás a mi amigo no le importa tanto que se le muera el perro pues a él ya se le han muerto 5 y se ha acostumbrado al dolor mientras que a mí nunca se me ha muerto ninguna mascota. Pero creo que haciendo de esta forma más egoísta el ejercicio empático, es verdaderamente como podemos aproximarnos a entender como se siente el otro.